jueves, 21 de diciembre de 2017

Xavier Zubiri y José Gaos

Ayer, en la tertulia posterior al seminario sobre El hombre: lo real y lo irreal, salió a cuento la afamada anécdota que José Gaos cuenta a propósito de su primer encuentro con Zubiri. 
     Éste, a decir de varios, habría sido el gran potenciador de la fenomenología en España. Naturalmente, Zubiri habría estado impelido a conocer tal filosofía por sus maestros Ortega, Marcelino Arnaiz y, por supuesto, Léon Noël. Toda fenomenología, al menos hasta hace una generación atrás, se habría filtrado por Zubiri, quien la hubiera dado a conocer a través de su particular interpretación, misma que que sería la primera en hacerse sistemáticamente. Recordemos que fue de Zubiri el primer trabajo sobre fenomenología publicado en castellano: su tesis doctoral Ensayo de una Teoría fenomenológica del Juicio (Universidad Central, Madrid, 1921), editada y publicada luego, con cambios, en 1923 (Tip. de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos). Hoy puede hallarse esta tesis doctoral dentro del libro Primeros escritos (1921-1926), en Alianza Editorial.
     Aquí compartimos el texto de José Gaos, de puño y letra, hallado en el Archivo Gaos (ubicado en la U. Nacional Autónoma de México). (Para su mejor lectura, transcribimos el texto de la imagen.):

Vi y oí a Zubiri por primera vez el mismo día en que oí por primera vez a Ortega sin verlo, ni haberlo visto nunca antes. No hacía mucho que yo andaba por la Facultad de Madrid. Aun no había tenido ocasión de conocer a Ortega, catedrático de Metafísica, asignatura del doctorado. Entre los compañeros se hablaba de Zubiri (que iba a acabar la carrera aquel curso, presentando la tesis de doctorado) como de un prodigio; pero como no seguíamos los mismos cursos, tampoco había tenido ocasión de conocerlo. De pronto corrió por la Facultad el anuncio de una conferencia de Ortega sobre Don Juan en la Residencia de Estudiantes. Los compañeros nos propusimos ir todos juntos. Llegó la tarde de la conferencia, y efectivamente nos reunimos muy a primera hora en la facultad un grupo de compañeros. Llegó Zubiri: bajito, delgadito. con su sotana, manteo y sombrero de cura, las tres prendas un poco escasas, estrechas; con la cara muy pálida y ojerosa, de perfil cortante. Había tiempo y decidimos irnos a la Residencia andando –bastantes kilómetros. Del camino me ha quedado una imagen que desde hace ya no sé cuánto tiempo se me ha reproducido cada vez –y ha sido varias veces– que he recordado estos hechos. Me veo remontando la Castellana dándole la derecha a Zubiri, que muy apretadito en manteo, lleva en la mano derecha, única libre y móvil, una gran rosa. Es que Zubiri fue explicándome a lo largo del camino la fenomenología entera, volviendo una y otra vez sobre el ejemplo de una rosa: la esencia de la rosa, el nóema de la percepción de la rosa, la noésis perceptiva de la rosa...

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